Mário Vitória (2013) A liberdade comovendo o povo [tinta da china e acrílico s/papel, 50x65cm]

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Algumas pessoas compõem canções, outras pintam quadros ou contam estórias, e há ainda aquelas que fazem revoluções para mudar o mundo. No mar infindável das possibilidades de(...)
Fernando Perazzoli, Flávia Carlet

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Algumas pessoas compõem canções, outras pintam quadros ou contam estórias, e há ainda aquelas que fazem revoluções para mudar o mundo. No mar infindável das possibilidades de(...)
Fernando Perazzoli, Flávia Carlet

 

 

Luis Sepúlveda

Francesca Paola Casmiro Gallo
Publicado em 2022-01-06

«Escribo porque creo en la fuerza militante de las palabras».

“Narrar es resistir” repetía a menudo Luis Sepúlveda (1949-2020), escritor y activista chileno, citando al novelista brasileño Guimarães Rosa. Nacido en Ovalle al norte de la capital, creció en Valparaíso cerca de los abuelos paternos, exiliados españoles que habían huido de la dictadura franquista. Desde jovén participó en la brigada comunista “Antonio Gramsci”. Mientras tanto escribía cuentos, poemas y guiones para programas de radionovelas. Pablo de Rokha, poeta nacional, después de haber leído algunos versos suyos y aunque fueran pruebas de un principiante, le abrió las puertas de casa para formarlo a la literatura mundial: juntos leyeron las obras de Dante, Melville, Tolstoj, entre tantos.
Después de una breve estancia en Unión Soviética, Sepúlveda se afilió al Partido Socialista y participó en la Unidad Popular, coalición de partidos de izquierda que llevó a la presidencia de la República a Salvador Allende. Desempeñándose como guardia personal del presidente, contribuyó en el sueño de justicia social que caracterizaba este gobierno. El 11 de septiembre de 1973, los militares traicionaron la nación apoyados por las élites locales y el gobierno estadounidense: aviones militares y tanques bombardearon el palacio de la Moneda. Allende perdió la vida, aún no se sabe con certeza si se suicidó o lo mataron. Su cuerpo fue sepultado deprisa en un lugar secreto. Empezaba la dictadura del general Pinochet, brutal, asesina. Lo primero que hicieron, fue suspender la Constitución y crear una comisión que redactaría la nueva Carta Constitucional aprobada en 1980: “No hay en América Latina otra Constitución hecha para el bienestar de los menos y que desprecie a la mayoría como la chilena” (Sepúlveda, 2020:10).

 

El intelectual conoció la violencia del régimen como miles de dirigentes estudiantiles, sindicalistas y personas comunes que querían construir una sociedad igualitaria a través de la democracia. Fue encarcelado por dos años y medio en la prisión de Temuco, igual que su esposa, la poetisa Carmen Yáñez, quien sufrió la misma experiencia en Santiago. De la prisión salió gracias a la intermediación de Amnesty International. De ahí empezó el largo exilio. Al principio se fue a Argentina, Uruguay, Nicaragua y Ecuador. El escritor se unió a la Brigada Internacional Simón Bolívar en Nicaragua y después participó en una misión de la UNESCO en Ecuador, la cual investigaba los efectos dañinos de la contaminación para los indígenas Shuar. Sensible a la defensa de la naturaleza, amenazada por la voracidad de la política neoliberal, fue activista de Greenpeace. En su literatura jamás olvidó este compromiso, dedicando Un viejo que leía novelas de amor (1992) a la memoria de Chico Mendes, defensor de la Amazonia, asesinado por el brazo armado de latifundistas en Brasil. Recorrió América Latina y luego llegó a Europa. En sus andares por el viejo continente se estableció en Francia, Alemania y España. En 1986 cuando vivía en Hamburgo, en el consulado chileno le dieron una noticia: su nombre estaba en un listado de 86 exiliados que habían sido privados de la ciudadanía por el régimen. De un momento a otro se había convertido en un apátrida. Después de algunos años obtuvo la ciudadanía alemán hasta 2017, sólo en esa fecha la sanción fue revocada y se le entregó de nuevo el pasaporte chileno.


En 2020 Sepúlveda falleció a causa del coronavirus en España, última residencia. Precisamente en Gijón (Asturias) había decidido establecerse, la ciudad evocaba la belleza áspera del Sur de Chile y en los habitantes veía las virtudes de los abuelos paternos: la solidaridad y la ternura de la gente humilde. En los últimos años estuvo analizando el movimiento estudiantil chileno que reclamaba una educación pública de calidad y una nueva Carta Constitucional. Algunos de estos jóvenes manifestantes son los nietos de la generación desaparecida y asesinada por la dictadura de Pinochet cuyo objetivo no era “salvar la patria del comunismo”, en el régimen había un propósito a largo plazo que se está cumpliendo en la actualidad: “Se trataba de imponer un nuevo modelo económico que a su vez generaría un nuevo modelo de sociedad: la silenciada sociedad que aceptara la precariedad como norma, la ausencia de derechos como regla básica, y una paz social garantizada por la represión” (2020:10).

 

Su escritura se encuentra entre la prosa testimonial y la creación literaria, ya que el intelectual se dedicó al periodismo y a la literatura, experimentando más géneros: la crónica, la novela policíaca, la fábula para niños y adultos. Sin embargo, hay un elemento que une profundamente estos caminos, la defensa de la memoria en un presente que quisiera promover la amnesia en la sociedad chilena e internacional. En Sepúlveda, la memoria es histórica y utópica, tiene alas antiguas, y gracias a ellas se dirige hacia horizontes colectivos. Para sustentar esta llave de lectura, abordaré su trabajo intelectual, partiendo de un eje temático que atraviesa la rica producción: “La memoria rebelde y el poder de los sueños”. En la construcción de esta sección, voy a evidenciar la relación íntima que existe entre el oficio de la escritura y los contextos históricos en el cual nace y hacia los cuales se compromete. Aquí el oficio de escribir, artesanía de la palabra, es crítico y creador a un tiempo, tiene el poder de visibilizar historias necesarias, nos exhorta a crear sueños de justicia social y comprometernos con ellos, nos deja un mensaje imprescindible en un presente opaco que tiene miedo de los grandes sueños.

 

1. La memoria rebelde y el poder de los sueños
En Historias marginales (2008), el intelectual narra una visita efectuada en el campo de concentración nazi de Bergen Belsen. Ante una incisión anónima, se quedó inmovil: “Yo estuve aquí y nadie contará mi historia” (2008:8). El escritor imagina ver a soñadores marginales y desaparecidos que habitan sus recuerdos -judios, chilenos, italianos, entre tantas nacionalidades- en el acto de proteger del polvo, es decir, de la amnesia colectiva, la incisión grabada en la piedra. Son manos valientes que piden la práctica ética y política de la narración: contar las historias de quienes construyeron, hasta el último anhelo de vida, sueños compartidos. Entonces el narrador deja que su cuerpo se convierta en tierra fértil, y de ahí brotan rostros que el poder político quisiera negar, son memorias necesarias para indicarnos el camino: “De la gente del sur del mundo aprendí que la ternura hay que protegerla con dureza y que el dolor no puede paralizarnos” (2008:142).

 

Por medio de la narración como práctica liberadora, regresan a vivir el maestro Carlos Gálvez, exiliado chileno en Alemania, cuyo hijo no sobrevivió al golpe militar, y al pesar de la lejanía, en las noches, el anciano soñaba con regresar en el antiguo salón de clase (2008:147-149); aquí aparece Don Giuseppe, genovés que llegó a Argentina por error y al final se estableció para siempre, y el día de hoy el “Tano”, apodo que se utiliza para indicar a los italianos en Latinoamérica, turbado por las leyes xenófobas de Italia hacia los migrantes, se queda sin palabras al enterarse de una legislación que rechaza la historia de su país, tierra de emigrantes (2008: 65-68). Como vemos, hay un vínculo de reciprocidad entre la memoria y los sueños. Esta literatura es fértil, contaminada de realidades y tejida con sabiduría: ahí, la conciencia histórica y la palabra se unen. En su vida y poética, la práctica de soñar es necesaria: “Mis sueños son irrenunciables, son tercos, porfiados, resistentes, y se anteponen al horror de la pesadilla dictatorial” (2020:40). En tiempos recientes, el intelectual aclaró su mayor deseo: ver al pueblo chileno construir una paz social auténtica, donde los asesinos reciban el justo castigo y se descubra finalmente los lugares en donde sepultaron aquellos que fueron asesinado porqué realizaron un proyecto de humanidad, así las heridas de la incertidumbre serían curadas por “el bálsamo de la justicia” y se podrá continuar a sembrar y construir sueños colectivos (2020:52).

 

Al final de los años noventa, participó en la discusión sobre la impunidad en Chile: Pinochet, más de una vez, estuvo a punto de ser detenido por el delito de genocidio al haber pisoteado, sistematicamente, los derechos humanos de ciudadanos chilenos, españoles y de ascendencia italiana: entre 1973 y 1990 tres mil personas desaparecieron. En 1998, cuando el ex-dictador se encontraba en Londres para someterse a una operación médica, el juez español Baltasar Garzón expidió una orden de detención en su contra; por la edad avanzada y algunos problemas de salud Pinochet regresó a Chile, pero durante los últimos años vivió bajo arresto domiciliario. Frente a esos acontecimientos Sepúlveda planteó que no se podía construir una verdadera democracia chilena sin el enjuiciamiento de Pinochet y de los otros criminales a su servicio. En 2019, ante las movilizaciones estudiantiles que exigían una educación pública digna, ya que desde el golpe se había implementado una línea económica neoliberal y cada ámbito de la vida había sido privatizado incluso el agua, Sepúlveda subrayó la legitimidad de los manifestantes al pedir una nueva Constitución y un modelo económico humano (2020:12).

 

2. Conclusiones
En una entrevista de 2014, Carlo Petrini, antropólogo y activista de la asociación Slow Food, le preguntó: “¿Qué es la felicidad para usted?”. Sepúlveda citó una fábula recién escrita, Historia de un caracol que descubrió la importancia de la lentitud (2013), y respondió que, hoy en día, el mayor deseo para una persona y un pueblo es cultivar la capacidad de no correr, interrumpir marchas ciegas hacia proyecciones ideadas por el modelo neoliberal. Tal vez la virtud necesaria en la actualidad - siguió - es saber pararse, encontrando un ritmo propio de crecimiento con el propósito de concebir una idea genuina de desarrollo.


Hasta sus últimos días, la historia de Chile le dolía, pero también en este país de profundos contrastes el intelectual pudo encontrar una idea de felicidad. En este libro escrito a cuatros manos con Carlo Petrini, Sepúlveda contó la experiencia de un viaje por el archipiélago de la Patagonia (2013). En aquella ocasión, a causa de una tempestad imprevista, se vio obligado a quedarse unas noches en la Isla Humos. Familias de pescadores vivían ahí, en una tierra casi deshabitada. Los habitantes recogían cholgas, mejillones sabrosos, y algas marinas para su comida, cocinaban papas que cultivaban ellos mismos y tejían la lana de las ovejas. Desde la dictadura de Pinochet, empresas transnacionales empezaron una explotación implacable de la flora y fauna, implementando la producción de salmón industrial. Los únicos que ganaron, fueron las empresas que pronto dejarían empobrecidos esos lugares para otros a conquistar. De hecho, la población no recibió beneficios, más bien fueron dañados: la economía de la comunidad, amable con la naturaleza, estaba golpeada por la voracidad de los explotadores. Sin embargo, los pescadores no se rindieron y siguieron cuidando cada elemento de la isla: las aguas del mar y los otros dones que el medio ambiente les entregaba a diario. En una pulpería, una noche, algunos pescadores y Sepúlveda compartieron la bebida de los hermanos, se pasaron el mate, y entre un recuerdo y una risa, construyeron una idea de felicidad: momentos vitales que se pueden tocar, pan sagrado para sueños futuros.


Bibliografia

  • Le monde diplomatique (2020), Últimos textos de Luis Sepúlveda en Le Monde Diplomatique. Santiago de Chile: Editorial Aún Creemos En Los Sueños.
  • Sepúlveda, Luis y Carlo Petrini (2014), Un’idea di felicità. Parma: Editorial Guanda; Cuneo: Editorial Slow Food.
  • Sepúlveda Luis (2008), Historias Marginales. Barcelona: Booket.

Fotografia

 

 

Como citar

Gallo, Francesca Paola Casmiro (2019), "Luis Sepúlveda", Mestras e Mestres do Mundo: Coragem e Sabedoria. Consultado a 28.03.24, em https://epistemologiasdosul.ces.uc.pt/mestrxs/index.php?id=23838&pag=23918&entry=36778&id_lingua=1. ISBN: 978-989-8847-08-9