Mário Vitória (2013) A liberdade comovendo o povo [tinta da china e acrílico s/papel, 50x65cm]

Monthly Highlight

Algumas pessoas compõem canções, outras pintam quadros ou contam estórias, e há ainda aquelas que fazem revoluções para mudar o mundo. No mar infindável das possibilidades de(...)
Fernando Perazzoli, Flávia Carlet

Weekly Highlight

Algumas pessoas compõem canções, outras pintam quadros ou contam estórias, e há ainda aquelas que fazem revoluções para mudar o mundo. No mar infindável das possibilidades de(...)
Fernando Perazzoli, Flávia Carlet

 

 

Patrick Braouezec 

Eva Maria Garcia Chueca
Publicado em 2022-01-06

Cuando la periferia deviene centro

 

Patrick Braouezec (1950) es un hombre de acción. Político francés dedicado durante más de tres décadas a llevar a cabo sus ideas políticas a la praxis, sobre todo desde lo local, ha escrito algunos libros, pero su testimonio debe leerse a partir de su práctica política. Por ello, este texto no deriva de su pensamiento teórico, sino más bien de su pensamiento hecho acción. El relato que sigue entremezcla, así, sujeto y objeto, es decir, da voz no sólo a Braouezec, sino también al territorio donde se enmarca su papel político: Saint-Denis, municipio situado en la periferia noreste de París. Texto, contexto y pretexto se fundirán para mostrar el testimonio de vida de este hombre y de este territorio.



Patrick Braouezec, originalmente profesor de instituto durante casi dos décadas, adquiere responsabilidades políticas en el gobierno municipal de Saint-Denis3 cuando la ciudad no era ya la orgullosa Saint-Denis-La-Rouge, sino la Saint-Denis banlieue (periferia), la Saint-Denis convertida en parte de un todo más noble, el gran París, donde ocupa un lugar estigmatizado. Saint-Denis deviene, así, una parte incómoda de la capital que, en el imaginario nacional, concentra el crimen, la violencia urbana, el paro y el analfabetismo. Lejos queda el orgullo de la ciudad obrera que había construido su identidad histórica a partir de las decenas de hombres y mujeres de dentro y fuera del país que, desde la segunda mitad del siglo XX, se mudaron a este territorio en busca de trabajo tras la llegada del ferrocarril y el desarrollo de la industria. Lejos queda en la memoria colectiva cómo algerianos, portugueses, españoles, bretones, italianos y magrebíes confluyeron allí, viviendo a menudo en condiciones de vida muy difíciles (en bidonvilles o barracas) y sentaron las bases de un tejido social altamente diverso y profundamente obrero que llega hasta hoy. Efectivamente, la condición de clase estructuró de forma determinante el horizonte político de este territorio, que se valió la denominación de “ciudad roja” ya en los años 20 por sus sucesivos gobiernos municipales, socialistas primero y comunistas después, erigiéndose en la ciudad más emblemática del “cinturón rojo” de París.

 

Este contexto migrante y obrero fue decisivo para el joven Braouezec, él mismo descendiente de trabajadores bretones, que pronto empezó a militar en el Partido Comunista Francés (PCF) y a implicarse en la política local. En esa época (corrían los años 70), ya había empezado en Saint-Denis y en los territorios vecinos el proceso de desindustrialización del que había sido el mayor parque industrial de Europa. El declive económico que ello acarreó y los problemas sociales que siguieron originaron una nueva narrativa para Saint-Denis como “ciudad incivil”, ciudad peligrosa y sin ley de donde es mejor alejarse. Braouezec entró en el gobierno municipal en este contexto, convirtiéndose posteriormente en su alcalde con el desafío de conseguir no sólo la recuperación económica y social de la ciudad, sino la recuperación de la dignidad para los habitantes de este territorio.


 
Lo primero fue posible gracias a un paquete de políticas, entre las que destaca la construcción de un equipamiento nacional a finales de los 90, el Estadio de Francia, que sería decisivo para impulsar el desarrollo del sector terciario y tecnológico. A pesar de que Saint-Denis era consciente de que la deslocalización de la industria no iba a ser un fenómeno pasajero y que había que buscar nuevas fórmulas para impulsar el territorio, lo cierto es que la decisión de aceptar el equipamiento no fue popular (incluso en opinión del círculo próximo del político), pues se temía que pudiera hipotecar el desarrollo equilibrado y armónico del municipio. Pero el tiempo ha demostrado que la apuesta y la forma en que se concretó fue acertada: el alcalde condicionó la aceptación del proyecto a una serie de acuerdos para que el Estadio de Francia no fuera un elemento ajeno a Saint-Denis, sino que se convirtiera en su motor de cambio a partir de una serie de pactos en materia de empleo, transporte, espacios públicos y desarrollo territorial. Fue así cómo se alcanzaron compromisos con el gobierno central para beneficiar a la población local de las futuras oportunidades de trabajo; cómo se garantizó una mayor conectividad con el centro de París por transporte público y por carretera; cómo se aseguró la creación de espacios públicos en torno al estadio; y cómo se integró el nuevo equipamiento al proyecto de desarrollo territorial del municipio, cuya ejecución sólo era viable con una inyección de recursos por parte del Estado. A la definición de estos pactos contribuyó la reflexión política que había promovido Saint-Denis desde los años 80 con municipios de su entorno sobre la promoción de un modelo económico y social sostenible para el conjunto del territorio. Esta práctica de cooperación intermunicipal derivaría poco después en la creación de una mancomunidad (Plaine Commune) que permitiría impulsar un desarrollo urbano solidario y evitar que la prosperidad de Saint-Denis convirtiera a los municipios colidantes en nuevas periferias.

 

La llegada del Estadio de Francia al territorio dionesiano4 tuvo, por consiguiente, un impacto significativo. Un nuevo Saint-Denis comenzó a gestarse, no sólo en términos económicos y sociales, sino también en términos simbólicos. Para la población local, alojar el equipamiento en su territorio significaba que, por primera vez, la periferia no estaba recibiendo lo que el centro no quería, sino un equipamiento de importancia nacional. La apuesta de Braouezec condujo, así, a la reconstrucción económica de Saint-Denis y de su territorio circundante, a la vez que a la (re)construcción de un imaginario valorizador y de una nueva centralidad para la que había sido durante varias décadas una mera “ciudad de periferia”.

 

Esta gestión política canalizó una de las ideas vertebradoras del pensamiento de Braouezec: el territorio es un vector de valorización de las personas. Dicho de otra forma, dignificar el territorio, sobre todo el definido como “periferia urbana” (entendida de forma metafórica como lugar estigmatizado situado en los márgenes de la ciudad o en otras zonas), dignifica a las personas que habitan en él. Este proceso de dignificación es posible no sólo proporcionando elementos materiales que mejoren la vida de la gente (infraestructuras urbanas, servicios y espacios públicos, equipamientos, empleo), sino resignificando los territorios como lugares “que cuentan” dentro del entramado donde se insieren. Si el lugar donde se habita es un lugar tenido en consideración por las instituciones y las políticas urbanas, éste se dignifica y con él, la vida de sus habitantes. Valorizar las periferias urbanas significa, asimismo, reconocer su potencial en términos de experimentación social y política, y en términos artístico-culturales. Las periferias son crisol de múltiples identidades que aportan una gran riqueza cultural, energía creativa y capital social. De los diferentes grupos que las conforman, los jóvenes juegan un papel significativo como agentes de culturas urbanas emergentes y de nuevas formas de imaginación y expresión colectiva. Braouezec conoce de cerca esta realidad, pues Saint-Denis es fruto de varias oleadas de migrantes, de un perfil demográfico considerablemente joven y de procesos encadenados de mestizaje e hibridación social y política. La identidad colectiva de este municipio no es monolítica, ni se asienta exclusivamente en valores republicanos franceses, sino que es de carácter “translocal” y está construida a partir del cruce de diferentes identidades. Estas raíces históricas y sociales y, sin duda, un claro posicionamiento de izquierdas explican algunas de las políticas de Braouezec, conocidas dentro y fuera del país, como el desafío a las políticas nacionales de inmigración acogiendo a migrantes en situación administrativa irregular en el municipio; la puesta en práctica de experiencias de democracia participativa que buscaban dar voz a los diferentes actores sociales de la ciudad; o la construcción de un nuevo contrato social a nivel local que, tomando como base los derechos humanos, se dirigía a ampliar el estatuto de ciudadanía a todos los habitantes de Saint-Denis, con independencia de su nacionalidad. Con estas prácticas de experimentación política como telón de fondo, la Saint-Denis salvaje, periferia del gran París, fue gestando otra imagen de sí misma: la de una “ciudad laboratorio”.

 

Esta reconversión de Saint-Denis hizo que Braouezec cosechara un respeto político considerable a nivel nacional, que se hizo especialmente patente cuando se articuló el gobierno del área metropolitana de París, proceso en el que jugó un papel decisivo defendiendo un modelo metropolitano policéntrico, vertebrado a partir del principio de solidaridad interterritorial y la concertación de políticas a nivel metropolitano en la que se garantizara el mismo peso político a todos los municipios del área, independientemente de su tamaño. Su lucha política consistía, en definitiva, en que el territorio de la metrópolis parisina se articulara en torno a varios centros para que todos sus habitantes tuvieran acceso, en un radio geográfico razonable, al conjunto de servicios y funciones metropolitanas5.

 

Braouezec, en línea con el carácter híbrido del más puro espíritu dionesiano, ha sido un político ecléctico que ha combinado varios enfoques políticos. De la ideología comunista, procede su preocupación por la repartición de riquezas y la conciliación de los objetivos sociales con las necesidades de desarrollo económico de los territorios a través de la economía de mercado, la economía social y solidaria, las cooperativas y las empresas de inserción social. De los postulados liberales, toma la defensa de las libertades individuales. Como libertario, defiende el internacionalismo frente a la Nación, la democracia local frente a la República y la responsabilidad individual frente a cualquier autoridad. Estos ideales se han plasmado en términos de política local en un apoyo reiterado a los/as migrantes, en el desarrollo de mecanismos de diálogo directo con la ciudadanía y en la promoción del movimiento municipalista, primero a nivel europeo y después a nivel mundial.

 

Esto último condujo a que Saint-Denis no sólo dejara de ser una mera banlieue para convertirse en una “ciudad laboratorio”, sino que deviniera también una verdadera “ciudad mundo”, intensamente conectada con otros territorios del globo. Efectivamente, Braouezec ha sido el padre político y principal promotor de varias redes internacionales de gobiernos locales. Destacan, en particular, la red europea “Ciudades por los Derechos Humanos”, vertebrada en torno a la narrativa de los derechos humanos, y el Foro de Autoridades Locales por la Inclusión Social y la Democracia Participativa (FAL), de carácter mundial6.  Respecto a la primera, el edil lideró una reflexión sobre el papel que debían jugar los municipios en la garantía de los derechos humanos, que cristalizaría en la Carta Europea de Salvaguarda de los Derechos Humanos en la Ciudad, adoptada en el año 2000 por centenares de ciudades europeas en el marco de un encuentro europeo que organizado en Saint-Denis. El texto fue pionero a nivel mundial en defender la responsabilidad de los gobiernos locales en materia de derechos humanos en un momento en que el discurso jurídico-político predominante señalaba que éstos eran competencia de los Estados. También fue innovador por transgredir la concepción estatocéntrica de ciudadanía y promover que los gobiernos locales signatarios se comprometieran a garantizar los derechos humanos a todos los habitantes, tuvieran o no reconocido el estatuto de ciudadanía y se hallaran en el municipio de forma permanente o transitoria. Después de la Carta Europea, florecieron iniciativas similares en todo el mundo, como la Carta Mundial del Derecho a la Ciudad, que el movimiento altermundialista empezó a discutir en el I Foro Social Mundial (2001); la Carta de Derechos y Responsabilidades de Montreal (Canadá, 2006); la Carta de la Ciudad de México por el Derecho a la Ciudad (México, 2010); la Carta-Agenda Mundial de Derechos Humanos en la Ciudad (CGLU, 2011); o la Carta de Derechos Humanos de Gwangju (Corea del Sur, 2012).

 

El nuevo Saint-Denis “ciudad mundo” seguiría ganando centralidad internacional con la articulación del FAL. En el año 2001, con la emergencia del movimiento altermundialista y la primera edición del Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre, Patrick Braouezec instigó, junto con otros alcaldes del mundo, la creación esta plataforma que, durante más de una década, constituyó “el brazo municipalista del FSM” articulando gobiernos locales progresistas comprometidos a dialogar y trabajar juntamente con la sociedad civil y los movimientos sociales. Poco después, Braouezec acogió en Saint-Denis el II FAL europeo en el marco del Foro Social Europeo de París. Una de las insignias de los encuentros del FAL era afirmar que “otro mundo es posible y éste empieza en las ciudades”. Con este principio orientador, el FAL exploró con el movimiento altermundialista alternativas de gestión pública que favorecieran la democracia participativa, la inclusión social de los colectivos desfavorecidos, la cultura como eje estratégico para el desarrollo de las ciudades, la cooperación descentralizada y la solidaridad internacional.

 

Si, en Europa, Saint-Denis constituía el “Sur del Norte” (un territorio marginalizado inserido en un contexto metropolitano donde otros territorios gozaban de mayor inclusión), el FAL proporcionó a Braouezec el espacio para entrar en contacto con otros “Sures” y aprender de ellos, adoptando políticas inspiradas en otras miradas, como el presupuesto participativo de Porto Alegre. También constituyó el punto de encuentro con otras periferias urbanas de todo el mundo que, como Saint-Denis, vivían bajo el estigma de ser considerados lugares de crimen e inseguridad. La complicidad nacida entre ellas y, sobre todo, la necesidad de subvertir esta narrativa peyorativa motivó la creación en 2003 del FALP, el Foro de Autoridades Locales de Periferia, liderado por la ciudad de Nanterre, donde Braouezec tuvo un gran peso político. Tanto en estos espacios internacionales como en el contexto francés, Braouezec abanderó la defensa de la “policentralidad” de las grandes metrópolis y el derecho a ser habitante “de un lugar que cuenta”: “Esta es la forma de valorizar a la gente a través del territorio” (Braouezec, 2012: 55 y 92). Esta la forma en la que el político francés ha defendido la materialización del derecho a la ciudad en las grandes metrópolis mundiales.

 

Patrick Braouezec ha sido (y sigue siendo) un “político rebelde” (como lo denominó en su día su propio partido)7 que ha tratado de mantener una actitud crítica frente a la realidad que lo rodea, una interlocución constante con las personas de la calle y un compromiso político de alto voltaje.

 

En un país donde impera una interpretación del ideal republicano que dificulta la construcción intercultural del concepto de ciudadanía, Saint-Denis ha navegado a contracorriente y ha forjado su identidad sobre la base de la valorización de las diferencias. Este carácter híbrido y el trabajo político con la población es lo que, según Braouezec, ha hecho posible que la ciudad se erigiera en una “ciudad-laboratorio” en la que se han ensayado políticas experimentales e innovadoras que han conseguido superar la imagen peyorativa de “ciudad de periferia”. Esta imagen constituía el reflejo de una “línea abismal” en la sociedad urbana francesa que diferenciaba simbólicamente los territorios dignos de ser vividos y los territorios inciviles, de los que formaba parte Saint-Denis. Patrick Braouezec ha dedicado su carrera política a dignificar la voz de estos últimos en un intento permanente de despensar la política tradicional para avanzar hacia una transformación de las periferias y de sus colectivos más marginalizados. La conexión con lo global le ha permitido “aprender del Sur”. Su acción en el ámbito local le ha permitido valorizar “el Sur del Norte” y (re)construir una ciudad en la que todos sus habitantes cuenten.


Notas

  1. Investigadora júnior del Centro de Estudios Sociales (CES) de la Universidad de Coímbra, Portugal. Es Licenciada en Derecho por la Universidad de Barcelona (2004), Máster Europeo en Derechos Humanos y Democratización (EIUC, 2005), Máster en Ciudadanía y Derechos Humanos: Ética y Política (Universidad de Barcelona, 2010) y doctoranda en Poscolonialismos y ciudadanía global (CES, Universidad de Coímbra).
  2. Agradezco a Antonio Aniesa y a Santi Suso Ribera los comentarios realizados a una versión previa de este texto.
  3. Fue profesor de instituto de 1971 a 1990. En el ámbito político, ocupó los cargos de concejal (1983-1989), teniente de alcalde de vivienda y cultura (1989-1991) y alcalde (1991-2004). Desde 2005, es Presidente de la mancomunidad de Plaine Commune, integrada por 9 municipios. De 1993 a 2012 fue diputado de la Asamblea Nacional Francesa en representación del departamento de la Seine-Saint-Denis que, junto con París, constituye el territorio con mayor índice de población de origen étnico diverso.
  4. Gentilicio de Saint-Denis.
  5. El debate sobre la construcción del “Gran París” dio inicio en la década de los 90 y se materializó en 2016 con la puesta en marcha de la Métropole du Grand París (Metrópolis del Gran París), estructura de gobierno donde Braouezec ocupa la 4ª Vicepresidencia.
  6. Cabe señalar que también ha sido uno de los fundadores de la organización mundial “Ciudades y Gobiernos Locales Unidos” (CGLU), creada en 2004 y reconocida a nivel global como la voz común de las ciudades en la escena internacional. Sigue jugando un papel activo en esta plataforma.
  7. El PCF nunca llevó bien el talante crítico de Braouezec y tejió con él una relación difícil, fundamentalmente basada en contener al político. En 2010, Braouezec abandonó el partido, alegando que éste no había sabido escuchar a su corriente refundadora (de la formaba parte) y que, en este sentido, había demostrado ser incapaz de aglutinar a la izquierda crítica, de construir un proyecto realmente innovador y de superar la forma de organización clásica de “partido”, que considera desfasada.

Referencias

  • Anfrie, Stephan (2005), “De la ‘ville rouge’ à la ‘ville monde’”, Socio-Anthropologie, 16. Consultado el 18 de diciembre de 2014 en www.socio-anthropologie.revues.org/439.
  • Braouezec, Patrick (2012), Mais où va la ville populaire? Entretiens avec Jean Viard. Le Tour d’Aigues: L’Aube.
  • ———  (1990), Drôle de Coco. París: Albin Michel.
  • L’Express (2006), “Qui est vraiment Patrick Braouezec?: L’échappée d’un marathonien”. 16 de noviembre de 2006. Consultado el 1 de marzo de 2016 en http://www.lexpress.fr/region/l-eacute-chapp-eacute-e-d-un-marathonien_479315.html.

 

Como citar

Chueca, Eva Maria Garcia (2019), "Patrick Braouezec ", Mestras e Mestres do Mundo: Coragem e Sabedoria. Consultado a 29.03.24, em https://epistemologiasdosul.ces.uc.pt/mestrxs/?id=23838&pag=23918&id_lingua=2&entry=36616. ISBN: 978-989-8847-08-9